"Ya saben la que se monta todos los años cada vez que nos libramos de una hora en primavera: astenia, irritabilidad, escozor general y el sentir universal de que en esos 60 minutos íbamos a hacer más cosas que en todo el tiempo que llevábamos de mes. Afortunadamente nos consolamos cuando la tenemos de vuelta en otoño. Que sepan que el mundo nos debe, además, diez días, pero no queda nadie vivo para reclamarlos: entre el 5 de octubre de 1582 y el 17 14 del mismo mes, ambos inclusive, volaron del almanaque..."