Entre el Océano Atlántico y el Índico se quiere cerrar una muralla. Estados Unidos la quiere militar porque la enorme banda árida que une las costas del Senegal con el Cuerno de África se ha convertido en un nuevo frente en su lucha contra el mal planetario. Mauritania, Malí, Níger y Burkina Faso, los países que la cierran en su extremo occidental, prefieren que el paramento sea verde y tupido. Mientras Norteamérica y la Unión Europea aúnan voluntades para evitar la agitación fundamentalista, los estados afectados se esfuerzan por contrarrestar