Hace 15 años salió un grupo entrañable de juguetes que, además de ser pioneros en la animación por ordenador, se convirtieron en Historia viva del cine. Historia porque su estreno en 1995 supuso una revolución similar a la de los clásicos de Walt Disney. Viva porque John Lasseter y su equipo supieron insuflar en sus muñecos la misma energía que hace que, cuando se es crío, pueda olvidarse sin ningún esfuerzo que el sheriff Woody y el astronauta Buzz son cachivaches que necesitan pilas o que se les tire de un cordón.