Ajeno a la mitología del glamour, el matemático se ha convertido –contra su voluntad- en el referente de todos los perdedores del capitalismo post-soviético, los otros “P” de la generación descrita por Pelevin. En ferias, en televisión, en universidades… cada día nos asaltan expertos que –inútilmente- intentan esconder sus maneras soviéticas y niñatos ambiciosos que han trepado a puestos de responsabilidad, presumiendo de un cargo que tiene más nombres que la Duquesa de Alba pero es inversamente proporcional a sus escrúpulos.(...)