Cuando una marca lanza una versión más avanzada de su producto habitual, siempre ronda la sombra de la canibalización, el peligro de que se robe ventas a si misma. Las campañas de comunicación buscan minimizar este efecto, intentando encontrar un target diferente para cada producto. El caso contrario es Gillette, que no tiene ningún problema en atacarse a si misma si eso implica que los consumidores pasen a comprar un producto superior. En el siguiente spot se ríe de su ex-producto estrella, la Mach3, para promover el cambio a Fusion.