En agosto de 2010, la familia Borñasque-García, de Madrid, se encontró ante la disyuntiva de pagar una guardería para perros (por cuyo precio, todo sea dicho, su mascota debía de aspirar a tener esclavas abanicándole 24 horas al día) o ahorrarse ese dinero y sumarlo al presupuesto de un mes de vacaciones. El suplemento de jacuzzi en el hotel en Alicante pudo más que el cariño a su mascota, y en mitad del viaje, Fluffy, el simpático terrier, bajó a hacer pis en el arcén y no regresó al coche nunca más.