Ser "progresista" en tiempos de extendida nihilidad significa preferir la tiranía a la libertad, coquetear impunemente con Castro, Chávez o Morales, al tiempo que se denigra a la democracia del propio país. Ser "progresista" hoy significa preferir una derrota del ejército nacional si así se ganan unas elecciones en un escenario de pacifismo fuertemente inducido. Ser "progresista" significa afirmar que el Partido Republicano de Estados Unidos es un peligro para la democracia americana, como hace la señora Clinton.