"Para un hombre, comprar con una mujer es un estado de existencia que no es ni vivo ni muerto. Técnicamente, todavía tienes pulso; pero, como un cadáver, no tienes control sobre dónde estás o a qué miras". "A veces, con una crueldad innecesaria, tu pareja de compras te preguntará cuál de dos artículos prefieres. Sabes que es una trampa, pero no hay salida; tienes dos opciones: ser un cobarde indeciso y poco útil, o un total estúpido".