¿Cómo perderemos la guerra contra “el Islam radical”? Bien, no será en una batalla terrestre. O en el Triángulo Sunita, o las cavernas de Bora Bora. No será porque los terroristas empotren tres aviones contra el Despacho Oval, el Palacio de Buckingham o la Basílica de San Pedro la mañana del mismo martes. La guerra se perderá incrementalmente porque somos incapaces de invertir la radicalización en curso de las poblaciones musulmanas del sur de Asia, Indonesia, los Balcanes, Europa Occidental y, sí, el norte de África.