Fue diagnosticado de una patología cardiaca, síndrome de Wolf Parkinson-White, una enfermedad en la que se desaconseja, según la Sociedad Española de Cardiología, la práctica deportiva de alto nivel. Pero el chico volvió a su casa tal y como llegó al hospital. P. T. M., el cardiólogo que le atendió, no le explicó el riesgo que podía correr si seguía jugando al fútbol o montando en bici al ritmo en el que lo hacía.