[c&p] Primer artículo del año 2009, dedicado a unos soñadores que idearon máquinas voladoras de dudosa eficacia, pero que mostraban tal pasión por sus inventos que merecen ser recordados. Al igual que Ícaro, el mítico hijo de Dédalo, que se acercó demasiado al Sol, derritiéndose la cera que unía las plumas de sus alas, estos osados pioneros tampoco lo hubieran tenido muy sencillo para surcar los cielos. El incauto piloto alado feneció en el mar, triste final que también hubieran compartido los protagonistas de este artículo si no fuera (*)