Aquella mañana de hace unos días empecé a pensar en bailar, y aún no he logrado dejar de hacerlo. Echo de menos mis bailes. Ser bailarín. Vivir para bailar canciones. La añoranza me aplasta, pues lo cierto es que ya no soy así: aquel niño despreocupado y aguerrido, algo caradura y también vivalavirgen, que agitaba manos y piernas al ritmo de los Creation o los Fleshtones o Patti Austin, [...]. Era aquello la más pura expresión del gozo, y así la recuerdo; la forma más auténtica y sincera y automática de decir: estoy aquí, viviendo, y me gusta.