La tensión entre la conservación de la Amazonía y el desarrollo económico marca la discusión política y la regulación pública en el bosque tropical más grande del planeta. La ganadería, la agricultura y la minería presionan para expandirse.

Este lunes la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, daba un paso más en su presión al Gobierno central, exigiendo al Ejecutivo que suspendan los vuelos con Sudáfrica y Brasil “hasta esclarecer la situación de sus cepas” de coronavirus. Una petición que horas más tarde ha valorado de manera tajante el propio director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, “Sería un canto al sol" dijo Simón.

No se trata de un caso aislado. Según el Gobierno brasileño, los dos talleres de Sao Paulo en los que inmigrantes ilegales fabricaban ropa para Zara en condiciones que rozaban la esclavitud son sólo la punta del iceberg.

A finales de la década de 1920, La Ford Motor Company compró millones de acres de tierra en Brasil. Cargaron barcos con maquinaria y suministros, y se adentraron en la selva del Amazonas. Los trabajadores talaron árboles y desforestaron terrenos en los que crearon una plantación de caucho en medio de uno de los lugares más salvajes del mundo.