A mediados de los 90, ultras españoles, ingleses e italianos compraron Los Pedriches, una aldea a 90 kilómetros de Valencia, para montar un santuario neofascista. Jóvenes camaradas llegados de toda Europa se esforzaron por rehabilitar el pueblo y convertirlo en un auténtico campamento. Hoy, ese sueño neonazi se ha acabado.