Milán, 2008. Los skin heads hacen el saludo romano, cantan a coro "Duce, Duce" e invocan a Mussolini, mientras cruces celtas ondean junto a las banderas del partido político de Daniela Santanchè, candidata a primera ministra por "La Destra-Fiamma Tricolore". Desde el escenario, vocifera: "Yo orgullosamente digo que soy fascista, si fascista es patear en el trasero a los inmigrantes ilegales, si fascista significa que la patria debe ser de los que la aman. Chicos, estoy de vuestro lado, no traiciono la memoria, pero miro hacia delante".

Cuando en la década de los sesenta empezó a crecer la demanda de mano de obra en el mercado holandés, trabajadores -en su mayoría hombres- de España, Grecia, Italia y la antigua Yugoslavia fueron trasladados a Países Bajos para levantar la economía del país. Unos años después, La Haya firmó acuerdos de reclutamiento con Turquía y Marruecos, lo que llevó al Gobierno a enviar un comité para recoger mano de obra en esos países.