En 1999, Rusia se vio sacudida por una serie de misteriosos atentados que dejaron cientos de muertos. Aprovechando la consiguiente ola de miedo y terror, el entonces desconocido Vladimir Putin se convirtió en el hombre más poderoso del país. Pero había dudas sobre la naturaleza de esos atentados y pruebas inquietantes de que los autores podían estar trabajando para el gobierno ruso. Desde entonces, las personas que habían cuestionado la versión oficial de los hechos empezaron a callar una a una o incluso a aparecer muertas. Excepto un hombre.