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Majestad, ha llegado la hora. Despídase
Majestad, desde la más humilde de las opiniones quiero escribirte esta carta. Soy fiel defensor de tu persona, de tu figura y de todo lo que representas. Me declaro monárquico convencido. Respeto, por supuesto, a todos aquellos que defienden otra forma de organización de estado, como la República.
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