Llegamos, entonces, a las hagiografías o vidas de los santos, tan enormes banquetes de fe como ayunos de veracidad.
Es nuestro deber hacer notar la injusticia con que se han tratado, a lo largo de los siglos, estas obras. Es de gentes razonables e ilustradas rechazar estas dudosas biografías como fuentes históricas, pero, por la misma razón, ¿por qué se rechazan con obras de ficción?
¿No deberían ser lo uno o lo otro? ¿Por qué los críticos literarios no tienen en cuenta la vida de San Jorge, por ejemplo, como obra pionera del arte de la ficción y la novela? ¿Por qué San Cristóbal no es un personaje literario de primer orden, si cualquier cristiano amante de la verdad reconoce que es un personaje inventado?
O son verdad, que no lo son,y son fuentes históricas, o son obras literarias, y es de justicia reconocer su originalidad y su mérito como tales.
Historia de la Iglesia Católica. B.A.C. Universidad Pontificia.