Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida. Dejar de lado todo lo que no fuera vida para no descubrir, en el momento de la muerte, que no había vivido. No quería descubrir lo que no fuera vida, porque vivir es caro, ni quería practicar la resignación a menos que fuera completamente necesario. Quería vivir con profundidad y absorber toda la médula de la vida, vivir de manera tan severa y espartana todo cuanto no fuera vida, abrir un amplio surco y arrasarlo, arrinconar a la vida y reducirla a sus términos inferiores y, si resultaba mezquina, coger toda su genuina mezquindad y hacerla pública al mundo; o, si era sublime, saberlo por experiencia y ser capaz de dar cuenta de ello en mi próxima excursión. La mayoría de los hombres, a mi juicio, se halla en una extraña incertidumbre respecto a si la vida es cosa de Dios o del diablo, y ha concluido algo precipitadamente que el principal fin del hombre es glorificar a Dios y gozar de él por siempre.
Henry D. Thoreau