Manifiesto de Unabomber (X)

53 El hacinamiento, el cambio vertiginoso y la descomposición de las comunidades han sido ampliamente reconocidos como posibles orígenes de los problemas sociales, pero no creemos que basten para explicar la amplitud de los problemas que hoy vemos. 

54 Unas pocas ciudades preindustriales eran muy grandes y estaban muy hacinadas, pero sus habitantes no parecían sufrir problemas psicológicos de parecida gravedad a los que padece el hombre moderno. Actualmente, todavía existen América áreas rurales que no están hacinadas, pero encontramos allí los mismos problemas que en las áreas urbanas, aunque tienden a ser menos agudos. Por tanto, el hacinamiento no parece ser el factor decisivo. 

55 En la época de expansión de la frontera Americana, en el siglo XIX, la movilidad rompió probablemente la estructura de familia ampliada para formar grupos más pequeños, al menos con la misma amplitud que sucede hoy. De hecho, algunas familias nucleares eligieron vivir aisladas, sin tener vecinos en varias millas y sin pertenecer a ninguna comunidad; sin embargo, no parece que esto originase problemas similares a los que vemos actualmente.

56 Además, el cambio en la frontera americana fue muy rápido y profundo. Un hombre podía nacer y crecer en una choza de madera, fuera del alcance de la ley y el orden y alimentarse durante mucho tiempo de la caza; y cuando llegaba a viejo podía estar trabajando tranquilamente y viviendo en una comunidad ordenada, con cumplimiento y ejecución efectiva de las leyes. Éste fue un cambio profundo en la vida de las personas pero, sin embargo, no parece que condujese a grandes problemas psicológicos. De hecho, en el siglo XIX, la sociedad americana tenía un tono optimista y de autoconfianza, completamente diferente al de la sociedad actual. Sí, ya sabemos que la América del siglo XIX tenía sus problemas, y muy serios, pero la necesidad de ser breves nos obliga a simplificar.

 

57 Afirmamos que la diferencia principal consiste en que el hombre moderno tiene la sensación (sobradamente justificada) de que el cambio se le IMPONE, mientras que el hombre de la frontera del siglo XIX tenía la sensación (también justificada) de que había creado el cambio por sí mismo, por su propia elección y su propia decisión. Así, el pionero afincado en un pedazo de tierra, lo era por su propia elección y convirtiéndolo en granja por su propio esfuerzo. En aquellos días, un condado entero podía tener sólo unos cuantos cientos de habitantes y estaba mucho más aislado y tenía más entidad autónoma que un condado moderno. Por tanto el pionero dedicado a su granja participaba como miembro de un grupo relativamente pequeño en la creación de una comunidad nueva. Uno se puede preguntar, y con acierto, si la creación de esta comunidad fue una mejora, pero en todo caso, está claro que satisfacía la necesidad de los pioneros en su proceso de poder, y los convertía en seres humanos satisfechos con su vida.

58 Sería posible dar otros ejemplos de sociedades en las que haya habido cambios rápidos y/o falta de lazos estrechos entre comunidades sin la clase de conducta masiva aberrante que vemos en la sociedad industrial actual. Afirmamos que la causa más importante de los problemas sociales y psicológicos en la sociedad moderna es el hecho de que la gente no tiene suficientes oportunidades de alcanzar el proceso de poder de una forma normal, y se fristra. No queremos decir que la sociedad moderna es la única en la que el proceso de poder ha sido desorganizado. Probablemente muchas, si no todas, las sociedades civilizadas han interferido en el proceso de poder con una mayor o menor intensidad. Pero en la sociedad industrial moderna el problema se ha hecho particularmente agudo. El izquierdismo, al menos en su forma reciente, (de mitad hasta finales del siglo XX), es en parte un síntoma de las carencias con respecto al proceso de poder.