Energúmenos. La estrategia del bebé cabrón: llorar y llorar, por nada, que no sepan por qué lloramos, por qué berreamos, que no haya supernanny para nosotras, que se les destruya la vida, que no sepan qué hacer con nosotros. Llorar y berrear todo el día para joder, porque no estamos a gusto, porque nada nos convence ni nos satisface, reacciones imprevisibles, a destiempo, sembrar el desconcierto, que nos den la teta, el bibe, el sonajero, la polla, y lo rechacemos todo. ¿Pero qué quiere este niño? ¡Nada! ¡Todo! Ése es el secreto, no queremos nada porque no tienen nada que nosotros podamos querer. Y aún así lo queremos. Y no. La cosa es berrear y meter bronca. No hay mejor político que un bebé rabioso. Consigue todo lo que quiere, todo lo que le hace falta y mucho más de lo que necesita. Y lo más importante, se hace el rey de la casa a fuerza de no dejar nunca claro por qué llora. Nosotros sí que tenemos claro por qué berreamos. Lo impresionante es que los homófobos sigan preguntándose por qué nos sentimos orgullosos de ser bolleras y maricas. Yo soy hetero y no estoy orgulloso de serlo porque nací así gracias a Dios. Berrear de orgullo, berrear para exigir, berrear para despistar, berrear para no caer simpáticos, berrear por estrategia, berrear porque apetece, berrear para hacernos incomprensibles, berrear para aburrir, berrear hasta cansar, berrear para quitarles el sueño, berrear para cabrearlos al máximo, berrear para que se sientan impotentes, berrear hasta que consideren justificado asfixiar al bebé con la almohada… ¿o es que no tienen ganas?, ¿o es que no se les ha pasado nunca por la cabeza?, ¿o es que acaso nunca han asfixiado antes a un bebé marica?
Ética marica. Paco Vidarte.