—Sé lo que es estar seguro —repuso Didáctilos. El tono desenvuelto e irascible de antes se había esfumado de su voz—. Antes de ser ciego, una vez fui a Omnia. Eso fue antes de que cerraran las fronteras, cuando todavía permitíais viajar a la gente. Y en vuestra Ciudadela vi a una multitud matando a pedradas a un hombre metido en un pozo. ¿Lo has visto alguna vez?
—Tiene que hacerse —farfulló Brutha—. Para que el alma pueda recibir la absolución y...
—No sé lo que le ocurre al alma. Nunca he sido esa clase de filósofos —dijo Didáctilos—. Lo único que sé es que fue un espectáculo horrible.
—El estado del cuerpo no es...
—Oh, no estoy hablando del pobre desgraciado del pozo —dijo el filósofo—. Estoy hablando de las personas que tiraban las piedras. Estaban seguras, desde luego. Estaban seguras de que no eran ellas las que estaban en el pozo. Podías verlo en sus caras. Se alegraban tanto de no ser ellas, que tiraban las piedras todo lo fuerte que podían.
"Dioses menores", Terry Pratchett