La domesticación del hombre

Mientras marchen bien las cosas, siempre habrá agua en las tuberías y corriente eléctrica en los enchufes.

Cuando la vida y la propiedad están amenazadas, un simple grito de alarma basta para que hagan acto de presencia, como por arte de magia, los bomberos y la policía.

El gran peligro está en que el hombre confíe demasiado en la ayudas de los otros y, cuando falten aquéllas, quede desvalido.

Todas las comodidades hay que pagarlas: la condición de animal doméstico arrastra consigo la condición de animal de matadero.

La emboscadura. Ernst Jünger.