El 25 de noviembre de 2016, el fotógrafo español Juan Manuel Díaz Burgos estaba en La Habana. A la una de la madrugada, al igual que la mayoría de la gente, estaba durmiendo, cuando alguien lo despertó para decirle que Fidel Castro había muerto. No pudo seguir durmiendo, pensando en la enormidad de la noticia, y hasta dudando de que fuera cierta. Pero luego de ver las calles solitarias de la capital cubana por horas, decidió que lo mejor que podía a hacer era tomar su cámara y recorrerlas apenas rompiera el sol en el horizonte.
