Los primeros secadores de mano eran muy pesados y generaban un flujo de aire tibio. La alternativa, además de utilizar una toalla, era acudir a una peluquería y utilizar lo que solo se puede describir como un dispositivo para secar el pelo... o un casco. Su inicio coincidió con el auge del futurismo y el art déco posteriores a la Primera Guerra Mundial. , y muchos de esos dispositivos podrían haber sido fácilmente utilizados en la película Metrópolis de Fritz Lang, como demuestran estas imágenes.