Los resultados de las elecciones del 26J han sido buenos en general, porque candidaturas nuevas impulsadas por la ciudadanía han logrado resultados espectaculares, inimaginables hace dos años. Sin embargo no hemos logrado nuestro objetivo principal: sumar lo suficiente como para echar al PP. ¿Y ahora qué? Sentimientos contradictorios e interpretaciones múltiples se acumulan estos días. No quiero apuntarme a las teorías de una conspiración ni al desánimo de quien culpa a la gente y afirma que no tiene remedio. Tampoco a una guerra interna en busca de culpables. No tiene sentido. Llevo días escuchando hipótesis y todas son interesantes, y de todas podemos aprender: el efecto brexit, una campaña demasiado polarizada, los errores cometidos en los meses de negociaciones, el haber subestimado el miedo…
Recordemos quienes somos y por qué estamos aquí. En efecto, aquí estamos, y lo que seguro sería un error es hacer oposición como se ha hecho casi siempre, desresponsabilizándonos y esperando que llegue nuestro momento en unas próximas elecciones. Lo hemos dicho y lo repetimos: si mucha gente común nos hemos implicado en política institucional por primera vez, no lo hemos hecho para ocupar el lugar de los de siempre, sino para cambiar las formas de hacer política. Y hemos dado este paso porque somos muy conscientes de lo que hay en juego: la vida de la gente, y especialmente la de quien peor lo está pasando, algo que sencillamente no puede esperar a que haya otras elecciones en las que echar al PP.
Así que a las compañeras y compañeros de En Comú Podem, Unidos Podemos, En Marea, A la Valenciana, Units Podem Més... les pido que sean más valientes que nunca, más trabajadores que nunca, más responsables que nunca. Que se crean que, más allá de estar en la oposición, hoy son servidores públicos al servicio de la gente. Demostremos que se puede hacer una oposición constructiva y al mismo tiempo firme frente a la corrupción y los recortes dentro del Congreso, pero sobretodo, demostremos que se puede hacer oposición constructiva donde más falta hace, en las calles, en los barrios, en las organizaciones sociales y los movimientos ciudadanos: que nuestras diputadas y diputados se pongan al servicio de quienes más les necesitan y de los colectivos que llevan años trabajando por los derechos y las libertades de todos. El mundo que queremos se construye cada día, sobretodo fuera de las instituciones, desde la diversidad, trabajando en red por objetivos comunes.
No se trata de reproducir antiguos partidos vanguardia que vengan a dirigir nada. Queremos gente honrada, generosa y ejemplar, que se ponga a trabajar codo con codo, con humildad y vocación de servicio público. Igual que se nos debe a exigir a quienes hoy sí tenemos responsabilidad de gobierno en los ayuntamientos del cambio. Recordemos, los que gobernamos y los que estarán en la oposición, que no hemos venido sólo a representar a la ciudadanía, sino a recuperar las instituciones CON la ciudadanía, para acompañar un cambio social y cultural que irrumpió con el 15M y que será imparable mientras creamos en él y lo practiquemos cada día. Tenemos el privilegio de estar viviendo un momento histórico de apertura, de redefinición del horizonte de lo posible: más que nunca, tras los resultados del 26J, tenemos que estar a la altura y trabajar en cuerpo y alma, fuera y dentro de las instituciones, por el bien común.
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