La superioridad moral

artículo aprobado por @helisan

Tener una moral superior es un gusto, porque sabes que te encuentras en el lado del bien, de lo correcto, de la mejor experiencia de usuario, etc. Y el gustito por la moral que hemos elegido es importante en sitios como este, donde no paramos de decirle a los demás como deben ser las cosas. En los foros el este reconocimiento y amor por nuestras ideas nos permite plena libertad para emplearnos a fondo en los debates. Si carecemos de ese amor por las ideas otro que si ame las suyas nos dará la paliza, aunque este equivocado. Pero teniendo amor nuestras palizas serán más contundentes.

Parece que eso de amar para dar palizas suena peligroso, pero es que la vida es peligrosa, por lo que no solemos enamorarnos de alguien sin conocerlo un poco y saber sobre su carácter, su salud, sus gustos, etc. Es necesario escudriñar, cuestionar y valorar antes de elegir, pero no puede uno acomodarse eternamente en el escepticismo, el relativismo y la equidistancia. Al final nos decidimos por el automóvil con mejores prestaciones, el repollo más fresco o las mejores ideas morales, porque hay que comer verdura para vivir e ir hacia algún sitio en la vida.

Tampoco pensemos que por saber que no tenemos las mejores ideas vamos a dejar de dar la lata diciéndole a la gente como deben ser las cosas. Es posible que demos la lata de peores maneras y salgamos peor parados, pero la vamos a dar de todas formas. La lata la vamos a dar aunque no nos convenzan del todo nuestras ideas, vamos a darla con una moral inferior, una moral desastrosa o con lo que sea que nos hayan enseñado los papás o los curas. Vamos a dar la lata de cualquier manera, constantemente, porque dar la lata forma parte de nuestra naturaleza de monos sociales.

Entonces, qué ocurre con todos estos foristas picajosos que igualmente van dando la lata, la mayoría de veces ignorando que la dan desde una moral de dudosa calidad, pero que se ofuscan con los sermones de algunos participantes especialmente activos y hablan de "egos", "púlpitos" o "pedestales", haciéndonos notar una y otra vez lo obvio de la superioridad moral de esos foristas locuaces. Pues pasa que suelen ser personas de derechas #1. La moral de la derecha se ganó muy mala fama en los últimos tres siglos, tanto que las propias personas de derechas se sirven de esa fama para atacar al resto de ideologías. "Sectario", "adoctrinamiento", "curas" o "monjas" son palabras que frecuentemente usan para meterse con progres, izquierdosos y feministas las mismas personas que llevan a los críos a colegios de monjas para que los adoctrinen.

Estas personas renunciaron a expresar su superioridad moral aunque no a imponerla, porque no han dejado de enviar a sus hijos a que los formen especialistas que tienen una moral superior: la moral verdadera o natural que emana de los dioses y que nos enseñan sus religiones. Pero a cerebros adultos, que habitan fuera de colegios y burbujas ideológicas, es muy difícil convencerlos con sus ideas mágicas y mitológicas. Si lo intentan desde la razón caen sobre ellos ateos cáusticos, si lo hacen desde un enfoque devoto les salen los creyentes buenistas del Jesus jipi o magufos aun peores. Con toda esa gente molesta a su alrededor las personas de derechas, que no quieren oír hablar de deidades perrofláuticas y tratan de pasar por gente "seria y racional", se quedaron sin discurso moral. Tienen moral, pero no tienen discurso moral.

Igualmente dan la lata.

Al no poder servirse de su moral se han emboscado en una falsa posición de equidistancia y relativismo tratando de desactivar el discurso moral de los demás con la terminología de su propia moralidad, esperando que la gente asocie su moral, que tan mala fama tiene y tantos disgustos da, con la moral que atacan. Es una estrategia de "tierra quemada" que les compensa porque se saben parte de instituciones poderosas que aun pueden contagiar con sus ideas a millones de cerebros que están por formar.

Los villanos quizá moralicen con malas ideas llevados por turbios intereses, los idiotas lo hacen siguiendo una moral random o la que les enseñaron de pequeños los papás o los curas, sin cuestionarla, valorarla, desechar sus defectos, elegir sus virtudes o hacerse con otro tipo de ideas mejores. Algunos tienen moral, a otros la moral los tiene. Y todos moralizamos. Pero para moralizar con honestidad y provecho hay que reconocer que en muchos temas tenemos las mejores ideas, a las que llegamos por nosotros mismos.