El insulto

Reconozco que no soy muy fan de las redes sociales. Me gusta mirar los comentarios en algunos foros y páginas, pero lo que se dice estar registrado, creo que sólo lo estoy en Facebook, Wikipedia, Menéame y algunas páginas muy específicas que tampoco se podrían considerar como redes sociales (salvo Facebook).

El motivo por el que no hago mucho uso de las redes sociales y los foros es porque no encuentro ningún parecido entre los usuarios virtuales y la vida real. No estoy hablando de las ideas, ilusiones, modo de vida y ese tipo de cosas, sino del comportamiento, sobre todo la interacción con otras personas.

Me hice usuario de Menéame porque pensé que podría aportar algo positivo y participar en debates, ya que algunos de los temas que se suelen tratar por aquí más a menudo son interesantes de discutir, y me pareció ver un grupo de usuarios con gusto por ello. Además, al contrario de otros foros y páginas que no voy a mencionar, parece que aún se tiene respeto por escribir bien, lo cual se agradece.

El problema es que encuentro en multitud de ocasiones, demasiadas a mi parecer, el mismo tipo de comportamiento que observo en otras páginas, y no es más que un tono faltón, ofensivo, con afán de ridiculizar, usando argumentos ad hominem, alegando a la falta de inteligencia del interlocutor o utilizando todo tipo de falacias para desprestigiar y banalizar el mensaje del otro, bien sea haciendo uso de un tono pasivo-agresivo o del insulto directo, más comúnmente en sus formas light.

Pero lo peor de ello es que, aun ofreciendo Menéame un sistema de penalización a comentarios de ese estilo, los usuarios lo votan según si la persona a la que pretende ofender casa con sus postulados ideológicos, o bien si la persona que emite esos insultos son ideológicamente afines al usuario. Creo que no hace falta que me extienda con ejemplos.

Todo esto me resulta desagradable, pero me llama la atención porque en realidad no son comportamientos que uno pueda encontrar en el día a día de la calle. Hasta las discusiones de bar, independientemente de las ideas y de la pasionalidad, suelen ser más educadas. Me cuesta recordar a algún amigo, compañero de trabajo o familiar que, debatiendo sobre un tema, me diga que soy imbécil, un "cuñado", un merluzo, que si no me da vergüenza pensar así, que si le hago felaciones a fulanito o que como critico ciertas ideas entonces estoy completamente a favor de las ideas opuestas.

De alguna forma me recuerda a las discusiones de colegio, con sus matoncillos, los más machotes, tratando de ridiculizar a otro. Cosas que nunca se dirían en un cara a cara pero que, bajo el (supuesto) anonimato que ofrece internet, hace que muchos se conviertan en esos machos alfa, abusones, egocéntricos y maleducados, a sabiendas de que no van a recibir un buen tortazo.

No se trata de ser políticamente correctos, pues buena parte de estos abusos los cometen personas que precisamente se engloban en los pensamientos políticamente correctos, sino de ser cabal, educado, de dejar los sarcasmos pasivo-agresivos para otras situaciones.

Creo que la ausencia de ello es lo que provoca que muchas personas que podrían aportar cosas útiles, ya sea por formación o experiencia, en las redes de este estilo, se inhiban de hacerlo al ver el nivel, y que muy pocos o ninguno se atrevan a usar un perfil público reconocible de su persona para hacerlo. Se me ocurren, por ejemplo, las personas que han participado en el Pregúntame pero que más allá de eso rara vez o jamás usan sus cuentas para comentar.

No sé que grado de responsabilidad tendrán los administradores de este sitio en particular, o el rango de acción para evitar ese tipo de comportamientos, pero por algún motivo, recuerdo Menéame de una forma muy diferente a lo que veo ahora, asemejándose en estos tiempos a otros sitios como webs deportivas o imageboards y foros de temática variada. Evidentemente, si no percibiera esa diferencia no escribiría este texto.

Sé que esto es una batalla perdida por la forma en la que se ha establecido y entendido Internet, pero no estaría mal que a veces pudiéramos hablar con otras personas igual que lo hacemos en la realidad, cara a cara tomando un café o una cerveza.