De cruceros sostenibles y otras quimeras

Bien es sabido que de un tiempo a esta parte lo ecológico tiene buena prensa y precisamente los principales enemigos del medio natural se han abanderado como líderes de esta lucha.

La lista de ignominias es larga y hasta cierto punto cómica. Valgan como ejemplos esos coches que por contaminar un 20% menos se denominan verde o eco; las marcas de ropa que lanzan líneas con eslóganes comprometidos con la causa (Because there is no Planet B); las bebidas que se dicen comprometidas por hacer el tapón del brick o la botella con plástico reciclado.

Las industrias que más tienen que callar (y no digo ya actuar) hacen de la necesidad virtud y lejos de avergonzarse se prestan a dar lecciones vía publicidad.

Cuando uno creía haberlo visto todo aparece el más difícil todavía: una compañía de cruceros intentando vender la moto de su compromiso con el medio ambiente en su anuncio de televisión. Justo la actividad que mejor resume la estupidez humana y paradigma de todo lo que hacemos mal. Un crucero que consume unos 2000 litros de combustible la hora según una búsqueda rápida en Google, que incluso parado gasta la de Dios. Ésos. Justo ésos son los que ahora juegan la carta de ir de verdes.

Lo mejor del asunto es que saben que no hay por dónde abordar el tema y el anuncio es una colección de preguntas poco realistas.

-¿Podemos usar combustibles más limpios?

-¿Podemos conseguir cero emisiones?

-¿Podemos blablabla...?

¡Creemos que sí!

Ya ven que no se comprometen a nada, solo esperan que el mensaje cale.

Pues no, cojones, no. No se puede. Estamos dilapidando esa fortuna energética que son los combustible fósiles en tonterías superfluas y lo hacemos porque la publicidad y medios de comunicación colaboran en hacer creer que ese tesoro es infinito y que usted, sacrificado trabajador, se merece un descanso en esa máquina de derrochar que es un crucero.

Estamos a las puertas de una grave crisis energética y apenas somos conscientes de su importancia. Esta mierda de campañas va formando la idea de que los problemas graves tienen soluciones sencillas. Por mi parte, me limito a opinar en estos foros sobre el tema energético, ya que ahí fuera hay un ejército de ovejas que defienden vehementemente su derecho al despilfarro y aún te tratan de aguafiestas incorregible.

Se dice a menudo que el gran problema de la humanidad es no entender la función exponencial. Añado: igual de problemático es no entender la primera y segunda ley de la termodinámica.