El Yasuní costará muelas a este Gobierno. Es el ejemplo más palmario y más patético de que borró con el codo lo que escribió con la mano. De paso, la mal llamada Revolución Ciudadana se quedó sin imaginario alguno. Primero, porque el síndrome de Adán quedó sepultado en Montecristi: apenas se votó la Constitución, el aparato correísta comenzó a violarla.