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Me he puesto escribir y se me ha hecho un poco larga...
Siento tener que decirte esto, pero lo mejor es que desistas.
Simplemente, aprueba a todo el mundo, y todos tan felices. Por mucho que insistas, esa chica de 19 años ya tiene edad para votar, y lo va a hacer, la apruebes o no, aprenda la materia o no.
Muy probablemente, aunque memorizara para pasar los exámenes, no lo asimilaría de ninguna manera, o lo haría de formas horribles, inventando historias como la "meditación cuántica".
Pase los exámenes o no, muy probablemente no estudie en la universidad, y si estudia en la universidad muy probablemente desista antes de terminar los estudios, o hará una carrera sin ninguna relevancia para la sociedad, como historia, o filosofía. Lo máximo a lo que puede llegar en sus tus sueños más locos es a dar clase de alguna asignatura "de memorizar", recitando el libro de forma pésima y aprobando a los alumnos "porque se han esforzado mucho".
Pero siendo optimistas, suponiendo una mejora de la economía y el paro, muy probablemente no pase de esteticien. Es mejor que lea las revistas del corazón, porque le va a dar una conversación más amena y de esa forma va a ser mejor en su trabajo, con mayor satisfacción para las clientas. Imagina que se pusiera a decir a las clientas que todo es una mierda, que Aristóteles ya advirtió de la degeneración de la oclocracia, que está todo mal.
"Vaya coñazo de tía, me voy con la Paqui, que peina peor, pero es más maja".
Estás librando una cruzada quijotesca que no tiene ninguna consecuencia positiva. Los alumnos no van a aprender. Estás causando muchos problemas a esos alumnos, a sus familias, al centro y a ti mismo. Si te preocupa la justicia, es una quimera, abandona toda esperanza de que haya nada similar a la justicia en todo esto. Aun en el caso de que impusieras tu concepto de justicia, en plan Dredd (mola, ¿eh?) no sería nada más que un criterio arbitrario, con información parcial y sesgada, y que igualmente podría ser una mayor injusticia.
Yo creo que es profundamente injusto obligar a aprender a quien ni quiere ni lo necesita (ni probablemente puede). La recompensa de aprender es el conocimiento, no un número en un papel, ni el reconocimiento que pueda implicar. El reconocimiento no depende del conocimiento, su profundidad o veracidad, sino de su conformidad con lo que piense la mayoría. Imagina un político que diga verdades como puños, profundas, precisas, con un plan inmejorable para la mejora del país, pero todo ello incomprensible para el votante medio. No se comería un colín. Volvemos a las revistas del corazón, el conocimiento útil para el ciudadano medio. Belén Esteban conseguiría muchos más votos que ese político ininteligible. Y te voy a decir más, cuando dijera que no sabía lo que firmaba, o que no le consta una cosa u otra, o que no se había dado cuenta de los coches que había en su garaje, yo la creería.
Quieres pensar que haces un servicio a la sociedad, que tu trabajo es importante. Tu trabajo es una parte importante de tu mundo, pero a nadie le importa, sólo eres una piedra en el camino para tus alumnos, un personajillo con un mote que no es ni es gracioso ni ocurrente ni original ni memorable. Si eres recordado, será por ser aburrido, un peñazo, un cansino que suspendía a la gente, y en algunos casos excepcionales, tal vez por ser un buen profesor, que ayudó a aprender cosas interesantes, pero no por un número en un papel.
Tal vez quieras poner a los que se esfuerzan como excusa para defender lo que no es más que tu capricho de sentirte importante, como un juez, pero no, a esos lo que les importa es el conocimiento. Como los profesionales (política, medicina, etc.) que deben estar motivados por la vocación y no por el dinero, y mucho menos por "puntos" o números en papeles. Estás nadando a contracorriente, y sólo perjudicas a todas las personas implicadas, incluyéndote a ti mismo, por complejos personales.
El pueblo, como una marea de personas, que no sigue las leyes de la lógica ni la razón, que no atiende a argumentos sino a las leyes físicas, como la gravedad, ha hablado. Recapacita. No existen los medios, no existen los principios, existen los fines. Cada cual debe hacer lo que le gusta, sin esperar nada a cambio, sólo una renta básica universal, porque hay gente que tiene mucho, miles o millones de veces más que otros, y eso no es justo.
Puedes creer que tienes alguna opción, a fin de cuentas durante tantas horas, tantos meses, has estado hablando a esos jóvenes desde una pizarra, y no escuchaban tanto como deberían, pero debían escucharte. Moralmente, eras el centro de atención. Pero la sociedad se extiende mucho más allá de ese aula. Para ti puede ser el centro cartesiano de tu universo, para la sociedad es una gota en un océano, que se extiende a toda la cultura y sociedad, educación, industria, economía, política, etc. Esa gota no va a ir contracorriente. Desiste.