Tras el 24M y las vistas puestas en unas supuestas elecciones generales adelantadas hay prisa por montar candidaturas ciudadanas para recuperar el poder a la derecha. Hay pelea, por tanto, sobre cómo articular estas propuestas. Lo único claro es que no puede haber, o no convendría, dos candidaturas de "unidad por el cambio" por ser casi una contradicción de términos que quitaría legitimidad a ambas, y sobre todo por nuestra Ley Electoral que lo definiría como suicidio. Si lo que se quiere es "ganar" no hay cabida para dos "confluencias".
Entonces hay dos cuestiones fundamentales: 1) cómo generar ilusión por una candidatura y que ésta sea considerada efectivamente de "cambio" o de reformismo radical, que sea, al fin y al cabo, "ganadora"; y 2) cómo construir esa candidatura, qué procedimiento democráticos hay, quién pueda entrar y en calidad de qué. Ambos problemas están interrelacionados, pero son distintos.
Para la primera cuestión, sobre la ilusión, hay que mirar a Podemos que son los expertos en la materia. Podemos consiguió convertirse en el referente por el "cambio", y por la masa de votantes que arrastra, puede legitimarse como el "partido de la gente" por si mismo, es decir, disputar al PSOE la mayoría "progresista" en solitario. Esto fue posible a una identificación completamente deliberada del 15M con Podemos, amplificado por el poder mediático. Esta identificación se debe al ser un partido nuevo (sin historia), y en un principio asambleario (con círculos, redacción del programa y votaciones sin siquiera adscribirse al partido). Sin embargo estas condiciones cambiaron rápidamente, por imposibles en un partido de democracia representativa. Así, si tras las europeas lo de "el partido del 15M" pudiera tener sentido (no mucho), tras Vistalegre era imposible. Entonces era preciso otra identificación en el imaginario colectivo: las candidaturas que ganaron en importantes capitales de provincia (puro cambio) eran Podemos, o si no, una mera marca blanca de Podemos, y así se relato en los medios. La realidad es bien distinta y mucho más compleja (véase Anexo #1).
La gente pequeña, a tenor de los acontecimientos, parece que sigue queriendo participar más en política, como se vio en el 15M y en el boom de Podemos. Sin embargo, Podemos al intentar domesticar al "15M" (necesitamos ganar, y para eso tenemos que estar bien juntitos: menos participación y más disciplina de partido), le ha explotado en la cara. La gente sigue queriendo participar y no importa tanto si es en Podemos o en otra plataforma con unos mínimos éticos (es decir, plataformas que imiten los inicios de Podemos). La ilusión se genera fomentando la participación ciudadana, dar espacios a no militantes, empoderando a la gente pequeña. Y esto no es posible dentro de un partido político (y menos en uno donde todo el poder se concentra en un puñado de personas afines).
La situación cambia en cada esquina y hay que actuar con audacia. Si realmente se quiere ganar a la derecha, y esto pasa por superar al PSOE y forzarles a tener que pactar con esta confluencia, es necesario Podemos pero dentro de un proyecto mayor, sin guiones ni trampas, sin listas pactadas por una persona ni cartones. Una candidatura ciudadana por el cambio en cada provincia, y ésta avalada por los partidos políticos comprometidos por un cambio de mínimos.
[El lector atento se dará cuenta de que falta por desarrollar el punto 2) (más interesante) pero ahora me da pereza; lo dejo a libre disposición, o si acaso, para otro momento]