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La marca religión
La religión es una de las criaturas del pensamiento mágico que tiene salvoconducto para ir al revés del sentido común. Gracias a este pensamiento no sólo adquirimos dioses, también ropa, cosméticos y medicamentos de marca, y toda clase de productos que nos venden desde argumentos de autoridad o tradiciones heredadas, y que adquirimos bajo pasiones y poco meditados medalaganismos. Credo quia absurdum* dice una paráfrasis inspirada en un texto de Tertuliano, y nada define mejor cómo nos manejamos con la religión.
Las más despiadadas empresas farmacéuticas o textiles, que han conseguido situar la marca por encima de sus productos, son insignificantes comparadas con las religiones. Con religión no necesitas vender pastillas de azúcar como medicina mientras te importunan autoridades recelosas, aunque tengas clientes entusiastas, porque con religión puedes hacer tu medicina con poco más que publicidad, tener la complicidad de las autoridades y a esos mismos entusiastas transformados en fanáticos.
Cuando apostamos por negocios y relaciones importantes tendemos a ser muy críticos y exigir motivos o pruebas igual de importantes, es lo razonable, pero con la religión la falta de pruebas es prueba rotunda de la realidad de todo lo que hay debajo de la marca y lo razonable en este caso es no cuestionarlo, por eso la religión nos la imponen cuando no tenemos razón. Bajo la marca Religión todo va al revés, y cuanto más improbable, extraordinario y disparatado es el producto con menos dudas se impone y con más saña se defiende.
Las más despiadadas empresas farmacéuticas o textiles, que han conseguido situar la marca por encima de sus productos, son insignificantes comparadas con las religiones. Con religión no necesitas vender pastillas de azúcar como medicina mientras te importunan autoridades recelosas, aunque tengas clientes entusiastas, porque con religión puedes hacer tu medicina con poco más que publicidad, tener la complicidad de las autoridades y a esos mismos entusiastas transformados en fanáticos.
Cuando apostamos por negocios y relaciones importantes tendemos a ser muy críticos y exigir motivos o pruebas igual de importantes, es lo razonable, pero con la religión la falta de pruebas es prueba rotunda de la realidad de todo lo que hay debajo de la marca y lo razonable en este caso es no cuestionarlo, por eso la religión nos la imponen cuando no tenemos razón. Bajo la marca Religión todo va al revés, y cuanto más improbable, extraordinario y disparatado es el producto con menos dudas se impone y con más saña se defiende.
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