Hacia el siglo VI a.C., los pueblos celtas llevaron a cabo una expansión hacia las tierras del sur de Europa en busca de tierras fértiles donde asentarse. En la Península ocuparon, tal como vemos en el mapa, gran parte del territorio dejando la zona de levante en manos de los antiguos pobladores iberos que, desde siglos antes, ya estaban muy influenciados por las culturas mediterráneas que establecieron colonias y factorías con fines comerciales, especialmente griegos y fenicios.