Con un simple juego de palabras. Así fue como el dios Ea (o Enki), el señor de la tierra, manipuló a los humanos en la historia del diluvio, la creación babilonia de hace 3.000 años que acabó inspirando el relato bíblico de Noé y el Arca repleta de animales. Bastaron apenas un par de líneas en un tableta de arcilla para convertir la narración en un tremendo engaño.