Para que existan políticas de población racistas hace falta que el Estado identifique razas de manera oficial, tipos diferentes y distinguibles de personas cuyas características físicas y mentales comunes están principalmente determinadas por la herencia. Esta identificación y clasificación la proporcionan los científicos. Durante siglos a esos científicos les bastó con postular una creación divina separada, el poligenismo que tantos antropólogos físicos sostuvieron hasta que las teorías evolucionistas acabaron por imponerse.