A principios de la década de 1990 los médicos empezaron a observar que a veces un factor desconocido de repente podría causar una relajación de los vasos sanguíneos, seguido por una disminución en la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
A partir de un estudio con ratones, los investigadores de la Universidad de Duke (EEUU) observaron que en esta enfermedad ciertas células inmunes que normalmente protegen el cerebro comienzan a consumir de manera anormal un nutriente importante, la arginina.