Todo el mundo ha visto la imagen del enorme hongo que provoca la explosión de una bomba atómica, sobre todo, de las que llenaron de las ciudades de Nagasaki y Hiroshima de muerte y destrucción en 1945, que acabaron con la vida de cientos de miles de japoneses. Pero pocas veces se ha retratado los efectos a pie de tierra, comprobando cómo padecieron el lanzamiento de estos artefactos mortíferos sus habitantes. Quién si lo hizo fue Shomei Tomatsu (Nagoya, 1930 - Naga, 2012), cuyas fotografías pueden verse en la Fundación Mapfre en Barcelona..