Cerca de la tercera semana, a partir de su concepción, el embrión humano reúne los nutrientes necesarios para desarrollar el tejido mamario. Como aún no existe acción hormonal que decida el sexo, la estructura que funciona como conducto lácteo permanece idéntica en cada feto, hasta que los cromosomas hacen su parte y determinan si se tratará de una niña, con estructura mamaria que desarrollará por completo más adelante, cuando afronte su adolescencia, o un niño, cuyos pezones sólo serán una muestra más de los caprichos de la evolución.