Hasta ahora nuestros lectores conocen la historia de Trump, el candidato manchú, y la manera en que los rusos han adquirido la rara habilidad de manipular las elecciones en Estados Unidos, con el riesgo que eso supone para la democracia, así, en general. Después contar el chite, ahora deben prepararse para saber la otra cara de la realidad, la de verdad: El Partido Comunista de la Federación Rusa, heredero nominal del viejo PCUS, ganó las elecciones de 1996, pero Clinton puso al frente del Kremlin a su mejor peón: el borracho Yeltsin.