Sería una estruendosa sorpresa que en las elecciones del próximo mes, un candidato, ya no digamos tres, no aprobado por el Buró Político del Partido Comunista y por la Seguridad del Estado, gane la mayoría absoluta de los votos en su circunscripción y se convierta en delegado a la Asamblea de uno de los 168 municipios en que han sido metódicamente divididos el territorio y el infortunio de Cuba. No sería imposible que en un barrio, o en dos, quizás aquellos en los que el huracán Irma hizo más daño y la gente se cansó de esperar una visita siquiera protocolar de Raúl, o, en su lugar, paquetes…