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Catherine L’Ecuyer: "Un niño sobreestimulado pierde el asombro, motor de su aprendizaje"
El asombro es el deseo de conocer, es no dar el mundo por supuesto. Los niños se asombran al descubrir el mundo que los rodea, lo que ven. Eso es lo que suscita en ellos tantos porqués. Lo que asombra es la belleza de la realidad. El asombro es el motor del aprendizaje. Por lo tanto, es clave. El asombro no se genera, se respeta. Los niños nacen con ello, tan sólo es cuestión de no ahogarlo. Para ello, hay que respetar el ritmo de los niños, las etapas de la infancia, la sed de silencio, de misterio, de belleza.
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