Nos advertía hace unos días a través de este artículo @retruecano lo "mal que se insulta en Menéame". Al parecer, según su experiencia, el insulto directo esta siendo reemplazado por una vaga especie de psicoanálisis burdo de la persona a la que se pretende agraviar. Vaya, que ya no se insulta aquí como antes. Unos días después, nuestro aguerrido, famoso y estimado (determine usted si a bien o a mal, sé que la controversia es amplia) @feindesland también nos señalaba en este otro artículo como la capacidad argumentativa desplaza la acción. Creo que podríamos llegar a trazar una línea común en el caso de aceptar las propuestas de ambos escritos: la argumentación ya incluso invade y desplaza al insulto directo, esa válvula que tanto nos aliviaba en ocasiones pero que podía llegar a ser entendida como una "ofensa oficial", como un acto (una acción) bélico entre individuos; por lo que ahora se trata de ofender alejándonos de sus consecuencias al dotar al agravio de una supuesta argumentación, algo así como "oye que te insulto, pero con una argumentación, no te ofendas"... Bueno, no sé...
Pues bien, resulta que esta semana, a raíz de unas lecturas obligadas de las que no viene a cuento detallar el motivo, me encuentro con la siguiente teoría freudiana, lean atentamente:
[...] hay una arista del fetichismo que en el pensamiento freudiano se relaciona específicamente con el dinero. El creador del psicoanálisis reflexionó, en paralelo a sus innovaciones respecto de los desarrollos en la formación de la personalidad y el psiquismo individual, acerca de formas culturales que afectan transversalmente a las personas. Una de ellas es la relación profunda que existe entre la erogeneidad de la zona anal y un rasgo de la personalidad de algunos individuos; la avaricia enfermiza. Los individuos que se muestran ese afán desmedido de poseer riquezas para atesorarlas muestran, en las investigaciones analíticas llevadas adelante por Freud, ser personas que desde la infancia en adelante se resisten a vaciar sus intestinos, ya que obtienen de la defecación un cierto placer que pretende administrar o controlar a voluntad. Freud relaciona, entonces, a la personalidad avara con la voluntad de no soltar, de retener [...]
Disculpen de antemano los psicoanalistas y demás que se banalice sobre el asunto, bendita ignorancia se podría pensar y tal vez no se equivocarían. Pero es que uno no puede más que echar unas carcajadas cuando lee esto. Si me encuentro aquí a alguien que utiliza tal teoría para insultar a un avaro le pongo un pedestal por un día, o a falta de poderlo hacer, al menos le enchufo un positivo, que yo los vendo caros.
Algo de esto que comenta Freud debía conocer ya el saber popular visto el cuento del "Burro que cagaba Plata" ...