En nuestra lucha por la igualdad se han conseguido grandes objetivos: hemos puesto voz a los oprimidos, hemos plantado cara a los poderosos…, pero nos hemos olvidado de una de las mayores fuentes de desigualdad que han existido desde que el ser humano puebla la Tierra: la belleza. Este monstruo es el responsable de que unas personas tengan más parejas, mejores trabajos, mayores ingresos, más hijos..., en definitiva: privilegios. Y para que veáis que esto no es producto de un artículo amarillista, voy a citaros la evidencia empírica …