Que dicen que ahora habrá que acreditar con un DNI ser mayor de edad para acceder a las páginas porno. No me extraña, viniendo como viene la idea de un grupo de puritanos y neomonjas, convencidos de que el porno es malo, cosifica a la mujer y desvirtúa el sexo. Pero bueno, es igual: no estamos aquí para discutir sobre las bondades o maldades del prono; ese ya es un tema agotado en el nacionalcatolicismo y parece que también en las nuevas corrientes progresistas, con las mismas conclusiones prácticas, curiosamente. ¿Quién lo diría?
La pregunta que yo me hago, juntando alubias, garbanzos y lentejas en la misma olla, es qué pasaría si un menor se hiciera con el DNI de un adulto, ya sea el de un familiar, el de un amigo, o el de un desconocido en cualquier lugar de internet. Todos sabemos lo fácil qué es eso, y sabemos también que los menores son inimputables cuando roban, cuando matan y hasta cuando violan, así que con más razón lo serán cuando usan un DNI falso o ajeno.
¿Qué condena le va a caer a un menor por usar el DNI de otra persona, me pregunto yo? ¿Entre cero y nada? ¿Quién es el responsable de esa eventualidad? Si un menor puede ser carterista y acumular trescientas detenciones, ¿qué le va a pasar por ver porno con cualquier DNI que pille por ahí?
Suena a chirigiota. Suena a cachondeo. Suena a que en realidasd los menores le importan una lmierda a todo el mundo y de lo que se trata es de inrtimidar a los adultos para que no consuman pornografía.
Mioralismo, vaya. Porque si no, ya me diréis cómo encaja semejante ocurrencia en nuestro ordenamiento jurídico. Porque si no, ya me diréis cómo encaja semejante ocurrencia en nuestro ordenamiento jurídico. El chaval robó un DNI, o la foto de un DNI, en una filtración de cualquier hacker, y cualquiera, tú o yo, salimos en una lista de gente que contempla mastines pastoreando conejos en vez de ovejas.
¡¡Qué le vamos a hacer!!