Desde la salida de Podemos de la coalición Sumar y su paso al Grupo Mixto estamos con acusaciones recíprocas de traición, rompeizquierdas y demás. Evidentemente, todos culpan a la otra parte de la ruptura y muchos coinciden en que este nuevo caso de división en la izquierda será perjudicial.
Pues bien, yo no pienso así. Creo que esta separación es positiva y puede tener capacidad de ilusionar a más votantes, no a menos. Me explico:
Llevamos mucho tiempo "uniendo" a la izquierda, con coaliciones que siempre acaban desilusionando a unos u otros y terminan perdiendo representación por la abstención y el voto útil. Que si blanditos o radicales, que si los de aquí por comunistas, los de acá por libertarios, los de allí por feministas, los de allá por ecologistas y los de acullá por socialdemócratas... (éstos los peores, que ni son rojos ni son ná).
Quizá toca cambiar. Ir por separado es la única forma de que personas con puntos de vista y sensibilidades distintas puedan verse más representados en alguna opción. Algo imposible para un grupo único que no puede tomar varias direcciones, a menudo opuestas, y que siempre decepcionará a alguien. Una historia conocida de sobra en la izquierda.
Aparte de los agravios, creo que la mayoría estaremos de acuerdo en que, realmente, no hay mucha distancia ideológica entre Sumar y Podemos. No son revolucionarios, ni van a traer la dictadura del proletariado ni van a colectivizar los medios de producción. Las diferencias son más sobre cuestiones de forma. Y de formas.
La más obvia gira sobre lo que han dado en llamar izquierdas "ruidosa" o "sumisa", y también en como reaccionan frente a ellos medios e instituciones:
- Unos prefieren una izquierda ruidosa, que no se calle, que proteste y ventile lo que les disgusta. Que critique a periodistas, judicatura o a quien sea, aunque eso luego les perjudique. No les importa tener apariencia de ariscos o agresivos porque también se ven como íntegros. Quizá se equivocan, pero todo eso es legítimo y hay gente a la que atrae esa postura. De hecho, curiosamente, el PSOE ha ido acercándose a esa actitud que antes criticaba mucho en Podemos, por ejemplo dando cancha a Óscar Puente, muy provocador y combativo en su discurso. Quizá lo haga por diferenciarse de Sumar, lo que también es interesante...
- A otros les gusta una izquierda más política, que cuide su actitud y controle las críticas, provocando menos rechazo en los demás aunque eso pueda dar sensación de docilidad. Opinan que los medios les tratarán mejor si ellos tratan mejor a los medios, por ejemplo, y que por ello les permitirán transmitir su mensaje, que es lo importante. Prefieren negociar a puerta cerrada y sin estridencias, considerando que así se obtienen mejores resultados. Igualmente pueden equivocarse pero siguen siendo ideas legítimas, muchos lo prefieren y es indudable que se consiguen resultados.
La ventaja es que, ahora, tanto los que prefieren actitudes más críticas y combativas como los que se inclinan por una postura más diplomática y negociadora tienen su opción y menos motivos para desilusionarse. Y además podremos ver si una u otra dan mejores resultados.
O si lo dan ambas a la vez, como un juego de "poli bueno y poli malo", en el que uno presiona agresivamente y otro apacigua y negocia.
Por supuesto, los agravios también están ahí. Es obvio que llevan mucho tiempo fermentando, que unos se sienten ninguneados, los otros insultados y ambos traicionados. Y todos con su razón y sus razones, no nos engañemos. Más, menos o discutibles, pero las tienen.
Que durante mucho tiempo habrá resquemores y odios entre ambas agrupaciones es seguro. Posiblemente los haya para siempre. Pero si consiguen que esos odios no les impidan hacer políticas beneficiosas para todos estoy seguro de que esta separación será positiva, para ambos grupos y para la izquierda en general.
La desventaja, evidentemente, es la fragmentación. Muy difícil de solucionar, todos sabemos lo que ocurre en el Parlamento cuando las formaciones son más pequeñas. Dos grupos distintos a la izquierda del PSOE quizá no puedan conseguir suficientes escaños, salvo que arañasen votos a éste, cosa que ahora no parece nada viable con el bipartidismo en alza.
Aunque quizá haya un medio, muy loco y disparatado pero que podría ayudar a vencer a D'Hont y las circunscripciones: ¿y si se uniese toda la izquierda justo antes de las elecciones y volviese a separarse tras formar gobierno? Exactamente lo que han hecho en esta ocasión pero planificado de antemano. ¿Podría esto, además, ilusionar a los votantes y atraer voto útil?
Habría problemas para determinar cuántos escaños corresponderían a cada uno, por supuesto. O para decidir quien mantiene grupo propio y quien termina en el Mixto, pero podrían usarse fórmulas sin ruptura formal, con libertad de voto dentro de la coalición, por ejemplo, aunque eso complicaría las portavocías...
No sé, la verdad. ¿Qué opináis? ¿Sería viable algo así? ¿Y sería deseable?