El suicidio es un tema tabú, poco proclive a ser un asunto del que hacer chanzas. Es una de las causas principales de muerte en los países desarrollados, y sin embargo existe muy poca información o análisis críticos y profundos sobre ello. Y eso es porque se presupone que, cuando se habla del suicidio, existe un "efecto llamada". Preferimos no hablar de chicas adolescentes que se tiran de un puente, o de señores maduros y parados que se ahorcan, o de jóvenes que se inflan a pastillas, porque al analizar las causas del suicidio nos damos cuenta de que existen problemas que van más allá de la salud mental y que esos problemas suelen ser similares a los del resto de la población.
Así que nos centramos en los problemas mentales y, por tanto, la estrategia a seguir contra ello es la prevención. Pero, ¿y si ese enfoque es el incorrecto? ¿Y si el secreto se encuentra en fomentar, en las personas con tendencias suicidas, a hacerlo más original, más creativo? Existen muchas noticias de gente que la palma, sin tener intención de hacerlo, debido a retos absurdos, challenges idiotas, o simplemente por buscar notoriedad en las redes. Si cuando uno no planifica su muerte, e instantes antes (o durante) se da cuenta del tremendo error que ha cometido, ¿no podría servir ésto para que aquellos que sí están planificando su muerte se den cuenta de lo innecesario y poco efectivo que resulta morirse?
Porque, además, buscar una muerte creativa puede suponer a la persona que la persigue descubrir su potencial, abrir los ojos, encontrar nuevos hobbies y hasta arrancarse unas risas que le muestren que la vida no es tan mísera como en esos momentos les parece.
Por eso, hoy traigo cinco formas creativas de suicidarse. Dejando un mensaje, un legado, una muerte (o no) que no sea en vano.
1.Suicidio agónico
La mayoría de personas que quieren suicidarse buscan una muerte no dolorosa. Quedarse dormidos y pum, a la tumba. Hay un motivo por el cual hay más intentos de suicidio que suicidios reales y es que la muerte no es indolora. Por mucho que oigamos el típico "murió sin dolor", sobre todo en ancianos, no deja de ser un eufemismo de "murió relativamente en poco tiempo". El cuerpo humano no funciona como un interruptor en el que se puede cortar la corriente en milésimas de segundo (y el que sepa de electrónica sabrá que ni aún así está uno libre de descargas). La muerte suele conllevar espasmos, asfixia, dolor extremo, parálisis. Es de lo primero que avisan cuando se recurre a la eutanasia y de por qué la pena de muerte, a pesar de buscar procedimientos lo más indoloros posibles en ciertos países, sigue considerándose un método de tortura. Y eso que estamos hablando de entornos controlados e investigados. Imagina cómo puede ser en tu casa.
Por eso, si estás convencido de morir, no busques el método más indoloro, sino el más directo. La agonía está garantizada, pero durará menos. ¿Qué es eso de meter los dedos en el enchufe o tirarte desde un quinto piso? Una línea de alta tensión o un rascacielos duele más, pero hay menos posibilidades de que acabes encerrado en un psiquiátrico tetraplégico o con daños internos tan graves que tengas que comer por un tubo el resto de tu vida. Recuerda: citius altius fortius. Si eres capaz, es que eres capaz de otras cosas más importantes.
Hay quien acaba haciendo un hobby de los intentos de suicidio .
2. Muerte por kiki
También conocido en inglés como death by snu-snu, consiste en intentar morir echando polvos a mansalva. Una mezcla de agotamiento físico y deshidratación. No se conocen casos documentados de éxito en esta técnica de "suicidio asistido", quizá porque aquellos que lo han intentado han desistido a mitad del proceso, quizá porque los que han fallecido han sido contabilizados como víctimas de vicio por el fornicio.
Importante es no confundirlo con la asfixia erótica, donde un "invitado" te estrangula o te tapa la cabeza con una bolsa de plástico. Ésta es una práctica en desuso pues la gente que se excita con la falta de aire prefiere masturbarse viendo el recibo de la luz y las bolsas ecológicas (de lino, algodón, yuca, etc.) dejan pasar mucho aire.
Mucho mejor que a base de trankimazines. O eso dicen.
3. Falso okupa
Es una variante del "suicidio por policía", pero con menos trauma plausible para el sujeto asistente. Consiste en llamar a una empresa de desokupación para que vayan a echarte de tu propia casa, haciéndote pasar por okupa. Requiere peinado greñoso, una camiseta del Che y un póster de Pablo Iglesias bien visible desde la puerta de tu casa.
Sólo tienes que esperar a que lleguen los chavalotes, resistirte un poco y ¡hop! Con suerte te darán un guantazo o te harán un "mataleón" que te mande al otro barrio. Lo único malo es que con la estética de estos simpáticos trabajadores te acabes acongojando y te veas haciendo la maleta para escapar de tu propio hogar. O que te acabes enganchando a los programas de sucesos de Antena 3.
Teodora intentó suicidarse por falso okupa y, al ver el percal, decidió causar sufrimiento mediante el catálogo de chanclas del Aldi.
4. Eutanasia laboral
En el mercado del trabajo siempre hay opciones que garantizan poner pie y medio en la tumba. Las dos más recientes han sido meterse a sanitario durante la pandemia de COVID-19 o marcharse a currar de albañil en Qatar. Pero las oportunidades no acaban ahí. Siempre existirán trabajos de alto riesgo que no quiera ni dios y que además ayudan a aliviar una de las causas comunes de los intentos de suicidio: el desempleo de larga duración.
Para garantizarse el éxito lo mejor es buscar ofertas laborales SIN Seguridad Social, que suelen ser sinónimo de jamacuco sorpresa. Como éstas son difíciles de encontrar por los medios habituales, siempre se puede recurrir a los indocumentados locales, que son blanco perfecto de empresarios sin escrúpulos cuya noción de solidaridad con sus empleados es pagar un 10% de su lápida. Oiga, que si la muerte llega pues llega, pero no se conoce a nadie que haya trabajado 14 horas en un invernadero a 50º que se haya suicidado. Quizá porque ha conocido el infierno.
Recuerda que siempre hay un compañero dispuesto a ayudarte.
5. Corrupción e interrogación
Quizá el método más divertido y lucrativo para suicidarse. Consiste en entrar de lleno en las corruptelas de un partido político, preferentemente con sonido de gaviotas de fondo, y dejarse coger. Apenas se necesita preparación o esfuerzos, sólo lamer un culete de vez en cuando. Y, cuando llegue el momento, ofrecerse a declarar en contra de los compañeros. Si te gustan las sorpresas, éste es tu método, pues puedes suicidarte de un infarto, un accidente de tráfico, por sobredosis, balconing y mil opciones más.
Lo bueno de este sistema es que, si tu preocupación es dejarles la hucha llena a tus seres queridos, es excepcionalmente eficaz. Y si por algún motivo no estiras la pata, pues oye, ahí te quedan los milloncejos, que seguramente sirvan para paliar tus futuros pensamientos de suicidio. Es el doble sentido de "pasar a mejor vida".
"Ahí se va a subir tu puta madre", suele oírse desde Génova.
Recuerda que hay muchas otras formas creativas de suicidarse, pero no son para todo el mundo. Hay gente que sale vigorizada de una rave con DJ Kiko Rivera, que hace palomitas para revisualizar los discursos de Fidel Castro, o que disfruta de una Cruzcampo caliente. Tu imaginación es el límite pero, eso sí, antes de llevarlo a cabo, coméntalo con tus familiares y amigos. Seguro que alguno tiene ideas mejores.