Cuando digo que mi opinión es que está mal hacer nacer a los hijos en la pobreza, me acusan de aporófobo.
Cuando yo les acuso a ellos, en forma de hacer sarcasmo de ellos, de que ellos consideran que es aporofobia el opinar que está mal hacer nacer a los hijos en la pobreza, ellos me mandan a la definición de la RAE de aporofobia, como queriendo decirme que ellos no consideran que sea aporofobia el opinar que está mal hacer nacer a los hijos en la pobreza, y que tienen la definición de aporofobia muy clara. La definición de la RAE de aporofobia es: "fobia a las personas pobres o desfavorecidas", significando "fobia" "aversión, rechazo, repugnancia".
Es decir, a ratos, y en función del contexto, van implicando unas veces una cosa, que soy aporófobo, y otras veces después implican la contraria, que no soy aporófobo.
Cuando una mente tiene este funcionamiento completamente errático y caótico de ir cayendo sucesivamente en cosas contradictorias, está claro que hay un problema con el coeficiente cociente intelectual de esa mente.
Y este es el despropósito intelectual con el que hay que bregar aquí. Un despropósito intelectual que es completamente coherente con otras cosas que dimanan de él, como la falta de ética de considerar estupendo el hacer nacer a los propios hijos en la pobreza, o la falta de ética de utilizar la mala excusa de la aporofobia para esconder su propia falta de ética de parecerles estupendo hacer nacer a los hijos en la pobreza, o la incapacidad de rebatirme o refutarme mis puntos de vista de manera racional y lógica, en vez de atacarme por las vías falaces de los negativos, de las descalificaciones, de los ladridos invocadores de la jauría, o de intentar utilizar a los "admins" para censurar y acallar mis puntos de vista ante otras personas, no vaya a ser que otras personas estén de acuerdo conmigo. Toma categoría personal.
Por supuesto que estoy abierto a un debate racional. Pero solo estoy abierto a debate racional con las personas que saben debatir racionalmente, sin falacias; no con gentuza pegajosa, muy pegajosa, que no es capaz de elaborar ni un argumento inteligente con el que rebatirme, y que ante esa incapacidad se limita a utilizar su cabeza para ladrar falacias, invocando a la jauría, y para embestirme a través de las vías falaces del ir debatiéndose sucesivamente por entre contradicciones, excusas y ruido con los que atacarme, y del usar todos los recursos a su alcance para censurarme y acallarme por la fuerza, pues no pueden hacerlo por la vía del debate inteligente y del darme razones lógicas que demuestren dónde está mi equivocación.
Ahora imaginaos un país entero lleno del apabullante predominio estadístico de gente de este coeficiente cociente intelectual. Demasiado bien está España, pero pocas esperanzas de futuro le quedan a uno por dentro cuando lo considera.