Vivo en esa etapa en que el romanticismo de la juventud se disipa en un proceso de cambio que pese a verlo de forma nítida en todos mis mayores, nunca imagine que fuera a pasarme a mí, por lo que veo con desasosiego a los abuelos, abuelas, ancianos y ancianas... Pensando que si nunca imagine que iba a acabar así de adulto, mi futuro de viejo probablemente ya está escrito en esos ancianos. Ancianos solitarios y casi sin vida, ancianas sociables y con vida que compartir. Tengo 40 años, sin hijos.
¿En que momento dejamos de querernos los hombres? y entramos en un proceso de temor, alargando las jornadas de trabajo, refugiándonos en ese pequeño despacho de la casa, frente al televisor... Temiendo que cualquier cosa que hagamos o no hagamos va a ser buena ocasión para sentirnos arremetidos, insuficientes, despreciados... por la persona de quien nos enamoramos, de aquella sonrisa y aquella esperanza que poco a poco y casi sin darnos cuenta, ha quedado en el recuerdo, como una posibilidad que no cuajo... Miramos a nuestros amigos y están en la misma situación, definimos con más exactitud la trágica realidad de la vida de nuestros padres y abuelos.... Cansados de ser considerados inútiles, pues no hemos conseguido tener tanto dinero como tal o cual persona, vemos que el aislamiento es la única opción, para que no se enfade, pues nuestra vida ya no le vale... y nos vemos cada vez más reflejados en los ancianos aislados.
Y durante el proceso algo que nos era inverosímil, se nos muestra en el camino, y es que mientras que nos aislamos para que no se enfade, le cogemos aprecio a ese vehículo con motor.... Algo que de niños veíamos como algo totalmente fuera de nuestra vida, tener aprecio a un ser inanimado, vemos en él, un símbolo de la libertad que ya no tenemos, un amigo y compañero que siempre ha estado ahí, que no ha fallado sin razón, y no nos desprecia pese a nuestro cada vez menos valor.
Y por que no la dejas... por que la quiero, y tan solo quiero que no se enfade, me aislare, por amor.
Dedicado al despertar de los hombres.
De esos hombres buenos.
Que desaparecen.