Antes no era muy despistado, pero con la edad... cada vez pierdo más los papeles. De vez en cuando me pongo histérico porque pienso que he perdido algo y busco como loco las llaves, la cartera o el aparato ese que nos vigila y almacena toda nuestra vida. Normalmente la cosa se resuelve sin mas misterio. El móvil en el cuarto de baño, en donde miro el menéame y la hora a la que se conecta la peña al guasá; la cartera en el coche, el macuto colgado de la silla...
El caso es que hoy ha vuelto a pasar. Al llegar a casa después de hacer la compra en el super no encuentro la cartera. Miro en el bolso, en todos sus bolsillos, y vuelvo a mirar. Nada, no aparece. A veces las cosas se meten en rincones insospechados, ya sabéis como son los bolsos, pero vuelvo a buscar sin éxito. Grito, por si alguien escucha, no encuentro la cartera! Me responden: ya estás con tus paranoias, miraste en el coche?. Voy al coche y miro en todos los lugares posibles. Tampoco aparece. Entonces miro en los imposibles, debajo de los asientos, entre la trócola y el silanbló, pero nada de nada.
Estará en la mesa de la cocina, pienso, que al llegar de la compra me puse a hacer la ensalada griega sin pausa ni intermedio y con las prisas la dejé en cualquier parte . Miré la cocina. Como en ocasiones, con esto de los despistes o el ensimismamiento que uno tiene, acaba el jamón en la panera y el pan en la nevera, uno se vuelve desconfiado. Pensé, seguro que está aquí o en alguna otra parte de la casa.
Después de buscar un buen rato y no atoparla, empecé a rebobinar. Droja en el colacao, amigo. La derradeira vez que la viera como objeto tangible fuera en el establecimiento comercial al momento de efectuar el pago haciendo uso del RFID ese. Desde entonces no hay ni rastro. Debe ser cierto, pensé, esta vez va en serio. A bloquear la tarjeta, renovar el DNI, el carné de conducir y la madre que lo parió. A saber. Igual me quedó en el super, me cayó en cualquier sitio... está perdida, finiquitada. Te esperan semanas, que digo, meses de burocracia y colas interminables. Y la pasta... que sacaste 150 pavos para tirar lo que queda de mes... La pasta era lo de menos pensando en todo lo demás.
Pero de repente se me vino una idea a la cabeza. Enjuto! Interneeeeee! Mi última salvación! Y me voy a la página del ultramarinos en cuestión. Hoy todos tienen web o facebú o lo que sea. Y busco el teléfono y llamo. A estas alturas, mi nivel de confianza estaba a cero. Buenas, digo, es que la última vez que le eché el ojo a mi cartera, bla bla bla.. le cuento al del teléfono después de aguantar desesperado la musiquilla de rigor. Llama en unos minutos y te digo, me dice. Y cuento los minutos, los segudos y llamo de nuevo.
Soy el de antes, por lo de la cartera... como me dijo que se llamaba? Pues está aquí.. Una sensación de alivio y felicidad me inundó. Como una presa nueva que inunda un valle. Voy ahora mismo, dije...
Al parecer, la cartera la encontró una clienta en el aparcamiento. Al quitar las llaves del macuto debió caerse, es la explicación que se me ocurre.. Y esta persona la llevó a su sitio, al unico lugar al que podría regresar para buscarla. Estaba todo tal cual. Incluida la pasta. No la conozco pero me da esperanza. Y amor, mucho amor. Gracias.
Salud y anarquía!